Talvez el Pastor te tiro una indirecta, o te confrontaron los lideres, o talvez tu idea fue rechazado.
Si una vez has sido miembro de una congregación es muy probable que sabes de lo que estoy hablando.
Es una razón muy prominente porque la gente se ‘van’ de su congregación, se ‘van de la iglesia’. Supuestamente viniste a la congregación para qué que te acepten tal y como eres, pero cuando alguien de la congregación dice algo que te duele, ya sea a propósito o no, te hiere y te molestas, guardas rencor o te vas de la congregación. A encontrar otro lugar donde mejor ‘te aceptarían’.
Pero permítame pregunte algo, ¿cuándo tu familia, o tus padres, te corrigen o te hieren con sus palabras (porque nadie tiene padres perfectos) te vas de tu casa? ¿Dices ‘‘aquí no me quieren, entonces voy a encontrar una nueva familia que me quiere tal y como soy’’? ¿Suena ridículo no?
¿Entonces, porque hacemos lo mismo con nuestra congregación?
Cristo dice que nosotros somos Su templo (1 Corintios 3:16-17) y cuando nos unimos a una congregación somos TODOS corporalmente el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:27). El cuerpo de Cristo no es una sola persona, eso es como decir que un cuerpo es constituido de solo un brazo, o solamente una pierna, un cuerpo humano es constituido de muchas partes humanas. Igual con el cuerpo de Cristo, cuando TU te congregas a tu iglesia local, estas edificando el cuerpo de Cristo. Por eso es que la Biblia nos urge a congregarnos (Hebreos 10:25).
Cuando nos reunimos somos uno en Cristo, me atrevo hasta decir que debemos vernos aún más cerca que familia. Pero si cuando nos ofendemos nos vamos, estas menospreciando el cuerpo de Cristo.
Cuando tu propia familia te ofende o hiere no te vas de tu casa, más trabajas a solucionar la problema y perdonarlos. Igual debemos hacer con nuestra congregación. Porque, y aquí te revelo un secreto del cielo, es imposible NO ser herido u ofendido por la congregación, es algo imposible a evitar. ¿Por qué? Porque la congregación es hecho de personas imperfectas como tu u yo. Personas que tienen días malos, personas que cada día están formando el Cristo en ellos. La misma paciencia y amor y LEALTAD que tenemos con nuestra familia de sangre, debemos tener con nuestra familia en Cristo.
Más de no querer ser heridos, tenemos que aprender como lidiar con las ofensas que vienen de la congregación.
Nosotros no abandonas nuestra familia. No abandones tu iglesia. Amala y se parte de ella.